El maestro dijo:
“…Vosotros
sois la sal de la tierra…”
Para
comprender qué es lo que quiso decir con esta analogía debemos tener en claro
las características que tiene la sal.
- No se arruina y puede
preservar otros alimentos.
- Sirve como un condimento, es
decir, da sabor a los comidas.
- La sal era, y puede ser
usada, para sanar heridas, aunque puede resultar doloroso hacerlo, echar sal a
una herida impide que ésta se infecte.
Tomando
como referencia estos puntos podemos comprender algo de lo que quiso decir.
Pero hay más.
La
sal también es un símbolo de pacto, como está escrito: “Sazonarás con sal toda
ofrenda vegetal que presentares, y no harás que falte jamás de tu ofrenda
vegetal la sal del pacto de tu Dios; con todas tus ofrendas ofrecerás sal”
(Vayikrá/Levítico 2:13), por lo que los sabios dedujeron que El Creador,
Bendito sea, hizo un pacto con la sal, pacto que se extiende a nuestras mesas
tal como se expresa en el Shulján aruj “Es un precepto traer sal a la mesa
antes de cortar el pan; porque la mesa se asemeja al altar, y la comida a la
ofrenda. Y está dicho: «con todas tus ofrendas ofrecerás sal»”.
Un
punto muy importante es saber que nuestra mesa debe ser considerada como un
altar, debido a que el acto de comer es un medio por el cual nos ligamos a
nuestro Creador (cada acto que realizamos debe tener el mismo propósito).
Rashi,
considerado como el más excelso comentarista de la Biblia y el Talmud, explica
que el pacto entablado con la sal se remonta a los seis días de la creación del
mundo; ya que en aquel entonces les fue asegurado a las aguas inferiores que
serían ofrecidas sobre el altar. Y esto se cumple a través de la sal, que
proviene de las aguas (Rashi; Siftei Jajamím).
Así
mismo, se dice en que la sal resguarda del castigo. (Ramá, Mishná Brurá Oraj
Jaim 167:5). Debido a que en la mesa, mientras todos los comensales se lavan
sus manos para comer el pan con pureza, los que ya lo hicieron esperan –sin
recitar la bendición por el pan y cortarlo, hasta que todos estén en
condiciones-, y en ese ínterin se encuentran desprovistos de preceptos, entonces
el Satán pretende acusarlos, y es el pacto de la sal que los protege.
Dicho todo esto sobre la
sal podemos establecer mejor nuestra identidad y nuestra función en este mundo.
Oremos por la pronta
venida del Mashíaj ben David.